#GenesisInterview
Nuevamente
saludos a nuestros amigos de Génesis en su Diversidad y Pasadizos de Liminiith.
El día de hoy les traemos la segunda parte de nuestra entrevista con esta
maravillosa mujer, ella es Eva.
EVA
(E):
La Serpiente tenía razón, morí.
Génesis
en su Diversidad (GD): Estoy seguro que muchos se sorprenderán
al conocer tu versión de los hechos.
E: No
tan sorprendidos como Adán cuando se enteró de lo que hice.
GD: ¿Por
qué?, ¿qué ocurrió luego?
E:
Como te decía Adán estaba por ahí, pero meditabundo como siempre. Una vez probé
y comí el fruto me sentí liberada, fortalecida. Te había comentado
anteriormente que Adán y yo brillábamos.
GD: Sí,
me imagino algo así como la escena de “Crepúsculo” con el vampiro luminoso.
E: ¿Podemos
hablar posteriormente sobre algunas cosas que he notado en la literatura y el
cine respecto a mi persona?
GD:
Claro,
es parte importante de la entrevista.
E:
Bueno,
brillábamos, aunque distinto a la escena que mencionas. Era más bien como un
halo sacerdotal que nos acompañaba y nos permitía conocer a detalle cada rincón
del huerto. Por donde caminábamos el mundo adquiría un gran brillo, hasta el
insecto más minúsculo lograba ser detectado entonces.
Pero veíamos solo a eso, al
exterior. En realidad no teníamos idea de cómo éramos a ras de piel. Yo veía a
Adán y él a mí, pero solo reconocíamos esa aura sagrada uno en el otro. No es
que nos causara vergüenza, no lo hacía en absoluto.
GD:
Y
una vez que comiste del fruto, ¿qué paso con ese brillo?
E:
Fue
extraño, es como si el traje de Medio Día que portaba estuviera comenzando a
llegar al Ocaso, el brillo se iba poniendo color naranja y cada vez más tenue.
No dejaba de ser bello. Al notarlo pude comenzar a verme tal cual era. Los ojos
me ardieron, como cuando estás mucho tiempo en un cuarto oscuro y sales directo
a la luz y poco a poco comienzas a acostumbrarte.
GD:
¿Y
Adán?
E:
Al
darme cuenta de lo que me estaba ocurriendo, fui de inmediato con Adán. Él me
vio pero no podía creer lo que estaba frente a sus ojos
GD:
¿Tentaste
a Adán para que comiera del fruto?
E:
¡Desde
luego! Claro, no usé argumentos tontos como los de la Serpiente, no fue
necesario. No me dijo nada, el ritmo de nuestra respiración lo dijo todo. Fue
el regalo que le hice para el resto de nuestras vidas.
GD:
¿Qué
pasó cuando Adán comió?
E:
¡Pude
verlo!, como manzano entre los árboles silvestres, poco a poco la luz inclemente fue disminuyendo
y en lugar del resplandor dorado sobre su cabeza, en lugar del deslumbrante oro
finísimo, aparecieron cabellos crespos, negros como el cuervo. Se desplegaron
sus ojos, como palomas junto a los arroyos de agua; aparecieron sus mejillas,
como una era de especias aromáticas, como fragantes flores.
¡No lo puede resistir! Corrí
a su encuentro, besé sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende,
tomé sus manos, como anillos de oro engastados de jacinto. Entonces él flaqueó
y quedó tendido sobre el pasto. Ahí me recargué en su vientre, como claro
marfil cubierto de zafiros. Recorrí sus piernas, como columnas de mármol
fundadas sobre basas de fino oro.
¡Era la alegría más grande!,
todo él era como el Líbano (blanco), escogido como los cedros. Volví a besarlo
aun con el resabio del fruto prohibido, tenía su paladar dulcísimo. ¿Qué me importaba
entonces el fruto? Mi amado era el codiciable.
GD:
Adelante,
continúa.
… luego, ya viéndolo con
mayor detenimiento ,a lo largo de los años, me di cuenta, que en realidad era
más bien de color medio rojo, su piel es como barro recién mezclado con agua.
No pienses mal, no fue decepción alguna, ¡al contrario! Mientras más lo
conozco, más lo amo
.
GD:
¿Y
Dios?
E:
Ah,
el incidente del Huerto, ¡esa fue la mejor parte!, llamó primero a Adán (ríe).
GD:
¿Tú
qué hiciste?
E:
¡Corrí!,
Adán también corrió, pero no pudo oponerse al llamado. Siempre he pensado que
es un poco débil en eso, ¿sabes?, el pobre siempre se pone nervioso cuando Dios
lo llama.
GD:
Pero
luego también te llamó a ti.
E.
(La Madre se estremece) Oh, sí. Al
parecer Adancito me echó la culpa, yo respondí, entonces, que tampoco había
sido mía que la Serpiente esa es la que me dijo – ya te he dicho que así lo
había calculado. Llamó a la Serpiente y le obligó a estar sobre su pecho. No,
no me desviaré del relato diciendo si tenía o no piernas.
A mí me dijo que me iba a
dar la bendición de multiplicarme teniendo muchos hijos, que obvio me iba a
doler. Adán se estremeció al oírlo, pobrecito, se puso pálido. Me dijo que me
iba dar el don de desear a mi marido y que él se enseñorearía de mí. “¡Vaya!,
y termina con una broma”, me dije. Fue el momento más maravilloso de mi vida, el día en que el Creador me bendijo.
Es muy mi bendición, ¿entendido?, si se le impone a la fuerza a otra mujer, se vuelve maldición.
Es muy mi bendición, ¿entendido?, si se le impone a la fuerza a otra mujer, se vuelve maldición.
Fue entonces cuando Adán me
llamó Eva, que porque sería la madre de todos los vivientes. La verdad me gustó
ese nombre. Luego Dios nos sacó del Edén…
GD: Vistiéndolos con pieles de animales.
E:
¡Vaya!,
hay amarillismo en todos lados. ¿Quién dijo eso? Más bien nosotros salimos del
Huerto con nuestras pieles de animales, de humanos, pieles de piel, si me logró
explicar.
GD: ¿Desnudos?
E:
En
efecto, desnudos. Y éramos tan hermosos. Recién nos habíamos descubierto, ¿para
qué íbamos a querer taparnos? Claro, afuera las cosas no eran tan apacibles
como en el Huerto. Cuando nació mi primer hijo me pude ver a mí misma expulsada
de aquel lugar de delicias. Como sea, ya sea por el clima, los mosquitos, la
dura tierra, al final tuvimos que ponernos ropa encima.
GD:
Eva,
sabemos que a partir de aquí hay muchas versiones.
E: Sí, he leído tantas cosas al respecto.
GD.
¿Cuál
es la versión oficial?, ¿fueron al otro lado del Éufrates como dice el “Libro de la Vida de Adán y Eva”, se
dirigieron hacia las afueras de Jerusalén como dicen algunos midrash judíos?
E.
¿Sabes?
Con el paso del tiempo aprendes a que no existe versión oficial en la vida de
nadie. Cada día recuerdo esos años y veo cosas distintas, detalles
insignificantes en su momento, ahora cobran vida, y asuntos que en su momento eran
tan relevantes, como esos datos de lugares por los que me preguntas, veo que no
tienen mucho valor. Para serte sincera no recuerdo esas pequeñeces.
GD
¿Pero
entonces solo tuvieron hijos al salir del Huerto?
E:
Salí
embarazada del Huerto.
GD:
¿Pero
que no se supone que hasta que salieron Adán tuvo relaciones sexuales contigo?
(El entrevistador sonrojado, la mujer lo
mira con ternura)
E:
Los
hombres confían mucho en su poder sexual. Adán creyó que consiguió preñárme al
primer intento una vez fuera del Edén, pero que en nuestra primera vez en el Huerto él había tenido el control y no
había pasado nada. ¿Ves por qué lo amo?
GD.
¿Su
primera vez fue dentro del Huerto?
E:
Quizá
no has consultado “El Paraíso perdido” de
Milton.
GD.
¿Fue
así?
E.
Más
o menos. No sé quién se lo haya dicho, o como se enteró. Pero en eso tiene
razón, tuvimos nuestra primera vez dentro del Huerto. Hace un momento no fui lo
suficientemente explícita.
GD.
¡No
hace falta serlo!
E.
¡Qué
bueno!, te ves muy estresado al respecto. Sí, tuvimos nuestra primera relación dentro del
huerto un tanto como la describí yo, otro tanto como lo hace Milton. Su ceguera
era providencial, ¿sabes? Pero luego incurre en un error, señala que tras salir
del Huerto volvimos a tener relaciones pero que Adán se puso violento.
¡No somos la pareja
perfecta!, pero tampoco se deben exagerar tanto las cosas. Me incomodé mucho al
enterarme que por unas fotos sacadas de contexto, habían llegado a esa
conclusión. ¡Y lo pusieron a ocho columnas en ese tabloide!, en fin.
GD.
Entonces…
E:
Estaba
embarazada al salir del Huerto, pero no se lo dije a Adán, se veía un tanto
abrumado el pobre. Luego, cuando lo creí conveniente, no mucho tiempo después
le di la noticia. Claro el no supuso que yo lo estaba desde antes.
GD:
Nació
Caín.
E.
Así
es (su mirada se queda congelada un
momento, mientras aprieta los labios). “He adquirido varón”, dije. Era tan
feliz, Ver, de pronto, a algo que creías inexistente, que solo sentías en tu
interior, salir a la luz y comprobar que es real. ¡Es hermoso! Yo lo amé, lo
amé hasta el final. Como sabes, luego tuve un segundo hijo: Abel. La alegría
parecía llegar al borde de mi corazón. Caín siempre miraba con curiosidad las
semillas que su padre incrustaba en la tierra y a eso se dedicó.
De Abel recuerdo la ternura
con la que acariciaba a los borreguitos. Un día llegó a nuestra habitación e
irguiéndose con el mentón en alto nos dijo “Mamá, papá, voy a ser pastor de
ovejas”. Nos cayó de sorpresa, su padre quería fuera explorador para ir y
conocer otras partes de la enorme tierra, yo tenía la esperanza de que le
gustara la caza como a mí, y me acompañara a ir por la comida.
Por cierto que tengo
entendido que algunos de ustedes creen que desarrollaron su habilidad de lanzar
cosas con precisión gracias a que solo los varones salían a cazar. Si además de
ingenuos, muchos de los hombres no fueran malvados, quizá los miraría con la
misma condescendencia que a mi Adán.
GD:
Decidieron
su destino.
E:
Sí,
los dos. Un día Caín llegó muy enojado. Agradezco a un escritor de quien
lamenté mucho su muerte, que haya recuperado tantas cosas de la historia de mi
Caín recientemente. Siempre le agradeceré a Saramago ese regalo que, sin saber,
me hizo. Tranquilizó mi corazón cuando supe, finalmente, qué había sido él.
GD:
¿Por
qué estaba enojado Caín?
E:
Cierto.
Llegó muy enojado a casa porque Dios rechazó su ofrenda sin darle explicación
alguna. En su lugar había aceptado la de su hermano. Traté de decirle que no
pasaba nada, que no era tan importante. Pero no me escuchó, se enfureció. Creo su
masculinidad resultó herida, se le cayó. Ambos salieron al campo aquella tarde.
Por lo que sé fue una batalla brutal, mi Abel luchó aguerridamente contra su
hermano. Al final un mal golpe terminó matando a mi hijo menor.
Caín se horrorizó, lloró, lloró
amargamente por Abel, lo sepultó en la tierra esperando que, como las semillas
que solía plantar, algún día volviera a germinar su vida. (La voz de Eva se quebranta, el cielo se nubla y cae una lluvia sobre
nosotros. Tuvimos que movernos hacia un refugio de la lluvia.)
GD.
Continuemos,
por favor.
E:
Caín
huyó, nunca lo volví a ver. Luego tuve a mi tercer hijo, Set. Ahí tuve un
problema muy fuerte con Adán, pues estuvimos separados una temporada. Como Set
nació en ese tiempo, Adán, dijo, me lo daba en mera custodia, pero no me quiso
reconocer que yo era su madre. Hasta la fecha, en su Acta de nacimiento mi
nombre no aparece registrado. Fueron tiempos difíciles en nuestra relación. Al
final nos reconciliamos. Gané el juicio de identidad, pero el Acta nunca se
modificó. Hay cosas que Adán ya no pudo controlar.
***
Con
esto terminamos la segunda parte de nuestra Entrevista con Eva. No se pierdan
el final de esta épica charla, donde hablaremos de Lilith, en quien nuestros
suscriptores están muy interesados. Y cómo ve Eva sus parodias en el arte y los
medios de comunicación.